The Soul of a Man. Dirección: Wim Wenders. Fotografía: Lisa Rinzler. Montaje: Mathilda Bonnefoy. Productor: Alex Gibney, Margaret Bodde. Productora asociada: Belinda Clasen.
Músicos invitados: Lou Reed, Lucinda Williams, Cassandra Wilson, Alvin Youngblood Hart, Shemekia Copeland, Eagle-Eye Cherry, Vernon Reid, James “Blood” Ulmer, Los Lobos, T-Bone Burnett, Bonnie Raitt, The Jon Spencer Blues Explosion, Marc Ribot, Garland Jeffreys, Chris Thomas King, Nick Cave.
Archivo: J. B. Lenoir, Skip James, John Mayall.
Actores: Keith B. Brown (Skip James), Chris Thomas King (Blind Willie Johnson). Relatos por Laurence Fishburne.
Duración: 103’.
Wim Wenders: Creo que Marty tuvo una idea espléndida cuando comenzó esto. Yo sabía que él era un fanático del blues, pero él no estaba seguro de que yo también lo fuera, así que comenzamos por hablar de nuestros intérpretes favoritos. Me pareció intrigante la posibilidad de dedicar algún tiempo a mis héroes del blues. Después de todo, yo no sabía demasiado sobre ellos. Ciertamente, compré todos los discos de Skip James que pude encontrar en mi vida pero no sabía mucho sobre él. Y aunque conozco la música de J. B. Lenoir desde hace treinta años, comprendí que en el caso de tener que decirle a los demás cómo había vivido, no sabría que decir. Conocía la música y me encantaba. Así que el film fue una gran oportunidad para sumergirme en las historias de estos artistas y descubrir algo más acerca de ellos.
Creo que mis primeros recuerdos del blues son, más bien, recuerdos de spirituals. Cuando yo era joven no teníamos tocadiscos en casa y la radio sólo pasaba música alemana y clásica, pero una vez en la escuela escuché un disco de los así llamados “negro spirituals”. Era un sonido que yo nunca había escuchado antes y su honestidad emocional me tomó por sorpresa. Lo escuché una y otra vez y pronto supe algunas de las canciones de memoria, aunque yo no hablaba inglés y no sabía qué significaban. Ese fue mi primer contacto.
Luego, el primer bluesman que conocí con nombre y apellido fue John Lee Hooker y al escucharlo por primera vez me impresionó tanto que sus discos fueron los primeros LPs que compré. También Blind Lemon Jefferson, B. B. King… pronto comencé a saber más sobre esta música, pero recién desarrollé una mejor comprensión del blues cuando las bandas inglesas de los sesenta comenzaron a hacer versiones eléctricas de los temas de los viejos bluesmen. Mis guías fueron Van Morrison, the Pretty Things, the Animals y the Rolling Stones. Gracias a ellos descubrí las versiones originales de los temas que los habían inspirado.
El blues es una música profundamente emocional, con un marco muy simple dentro del cual los músicos pueden tomarse enormes libertades. Me gusta esa idea de una estructura simple, dentro de la cual puede existir una gran libertad. En realidad, el blues trata toda clase de problemas, toda clase de pesares, preocupaciones y dificultades, de manera que hasta un joven blanco -como lo era yo- puede identificarse fácilmente con sus temas. Es la mejor música para escuchar cuando uno está deprimido y necesita alivio. Rítmicamente resulta muy fuerte, ya que en realidad se encuentra en las raíces tanto del jazz como del rock and roll.
Cuando Marty me dio la oportunidad de elegir mi territorio en la historia del blues, supe que mi película debía ser sobre J. B. Lenoir y Skip James. Luego me pareció que sería un poco extraño limitarme a elegir mis dos músicos favoritos. En ese primer momento ni siquiera sabía cómo vincularlos, así que comprendí que necesitaba algo más parecido a un “tema”. Me pareció que un tópico común en la vida de ambos –y una cuestión del blues en general- es que muchos bluesmen están divididos entre el aspecto mundano de su música, y el aspecto espiritual. Esta brecha entre lo sagrado y lo profano me pareció un tema importante en la historia del blues. La tensión entre el gospel y el blues constituye una extraña línea divisoria que atraviesa toda la historia del blues. Muchos músicos exprimentan ambas vidas, otros sólo pueden vivir una de ellas hasta que en cierto punto se les produce un quiebre. Eso sucedió con Skip James, que un día desapareció de la historia del blues, se hizo religioso y no volvió a tocar blues en treinta años. No fue el único: muchos músicos sintieron que debían dejar atrás la música del diablo para interpretar la música de Dios. Así que cuando llegó el momento de escribir una especie de tratamiento sobre mi film, escribí que sería acerca de lo sagrado y lo profano. Eso pudo sonar abstracto, pero en realidad es acerca de dos hombres.
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Entrada general: $8
Estudiantes y Jubilados: $4 (con acreditación)
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Viernes 7 de enero de 2005 a las 22:00 Domingo 16 de enero de 2005 a las 22:00 Jueves 20 de enero de 2005 a las 18:00 Viernes 28 de enero de 2005 a las 23:55 Lunes 15 de febrero de 2010 a las 19:00 Lunes 22 de febrero de 2010 a las 19:00 Lunes 1 de marzo de 2010 a las 19:00 Lunes 8 de marzo de 2010 a las 19:00
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