Durante nueve meses la cámara de Santiago captura las múltiples perfiles el trabajo del eminente violoncelista Christophe Coin: como solista, como integrante del cuarteto Mosaiques, como director de orquesta, como profesor. Coin es parco, huraño, hermético; sin embargo, bajo la mirada delicada y sutil de Santiago su universo musical resulta elocuente y luminoso. El cineasta no dice retrato de un músico sino retrato del trabajo de un músico; en efecto, aquí la palabra clave es trabajo: a través del film es posible advertir que la rigurosa perseverancia del ensayo y la belleza etérea de la creación musical son una y la misma cosa. |
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