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malba.cine | Películas proyectadas

Convencido de que el mundo exterior es dañino para su familia, Gabriel Lima ha mantenido encerrados a su esposa y a sus hijos durante dieciocho años. Los días pasan melancólicos, mientras la familia se entretiene fabricando un raticida en polvo que Gabriel sale a vender en las tiendas del barrio. El frágil equilibrio emocional de la familia Lima se rompe el día en que Gabriel se da cuenta de que sus hijos están despertando a la adolescencia.
Después de su accidentada experiencia con Los recuerdos del porvenir (1968), el cineasta Arturo Ripstein se involucró en varios proyectos de corte independiente antes de regresar a la industria con El castillo de la pureza, una de sus cintas más célebres. Para entonces el cine mexicano había sufrido cambios dramáticos, por lo que El castillo de la pureza terminó siendo una producción del Estado a través de los Estudios Churubusco.
Iniciadora de una de las etapas más interesantes de la carrera de su director, El castillo de la pureza se basa en un hecho real acontecido en los años cincuenta, el mismo que inspiró la novela de Luis Spota La carcajada del gato y la pieza teatral de Sergio Magaña Los motivos del lobo. La productora CLASA de Manuel Barbachacho Ponce se interesó en producir la versión fílmica de la obra de Magaña, estelarizada por Dolores del Río, y contrató a Ripstein para dirigirla.
Ripstein decidió escribir su propia versión de la historia en colaboración con el escritor José Emilio Pacheco. El proyecto se estancó cuando el director y la estrella no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién sería el protagonista masculino. CLASA quiso cambiar de director, pero Ripstein había registrado el guión y decidió filmarlo por su cuenta. El Estado decidió intervenir y la cinta comenzó a filmarse el 3 de julio de 1972.
En El castillo de la pureza, el cerrado universo ripsteiniano se materializa por primera vez gracias a una sobria dirección de actores y a la magnífica construcción escenográfica de Manuel Fontanals, un set que hizo historia por su magnificencia y extrema utilidad en posteriores producciones. La cámara de Ripstein, acostumbrada a elegantes movimientos, se mantiene sobria y eficaz, logrando transmitir la soledad y aislamiento de los personajes en inquietantes planos-secuencia.
La influencia de Buñuel y los guiños al cine de la época de oro son evidentes tanto en el tratamiento de la historia –un melodrama sobrio– como en la selección de los actores: Claudio Brook es el solitario Simón del desierto (1965); Rita Macedo es la incondicional Andara de Nazarín (1958) y David Silva interviene en la trama de la misma manera que su inolvidable Roberto del Hierro aparece en la vida de Una familia de tantas (1948).
Película que sintetiza dos momentos importantes del cine mexicano, El castillo de la pureza es una de las mejores cintas producidas en nuestro país durante los años setenta y uno de los mejores ejemplos de la maestría de su entonces muy joven realizador.
Maximiliano Maza y Tania Soto en Cien años de cine mexicano.

Con fuertes ecos del estilo formal y del humor negro de Luis Buñuel, El castillo de la pureza es la historia de Limas (Claudio Brook), quien recluye a su esposa (Rita Macedo) y a sus tres hijos durante dieciocho años en un enorme y antiguo caserón de la ciudad de México, donde fabrican veneno para ratas para ganarse la vida. Limas es el único miembro de la familia que puede salir de la propiedad para vender el producto casero cuando la familia necesita dinero.
Aunque está basado en un hecho real, el film descarta toda intención documental a favor de la unidad dramática y temática. Ripstein está más interesado en la contaminación moral y espiritual que amenaza a esta familia aislada. Gabriel Limas exhorta constantemente a los miembros de su familia a permanecer puros, libres de toda mancha y corrupción que pueda proceder del exterior. Sin embargo, de manera trágica, no comprende que la corrupción y el pecado están implícitos en la naturaleza humana. Aunque ha llamado a sus hijos Utopía, Voluntad y Porvenir, esos nombres alegóricos y el mundo encapsulado de idealismo y represión no pueden, en definitiva, impedir la intrusión del mundo externo.
(...) Algunos críticos han visto en el film una destrucción poética de la “sagrada unidad familiar”; otros la consideran una historia de reclusión, suspenso y moraleja. El film está abierto a todas las interpretaciones posibles, pero es indudable el carácter esencialmente mexicano del film, por el modo en que examina apasionadamente las figuras totémicas de la sociedad mexicana, el Padre y la Madre, ante quienes puede tener lugar la rebelión filial. Lo que el espectador recuerda de El castillo de la pureza no es sólo el confinamiento de esa familia, sino las representaciones alegóricas del film: su trama como imagen del paternalismo del gobierno mexicano, como crítica de la hipocresía machista, como una metáfora de la sociedad racionalista cristiana, como prolongación de las obras de Buñuel y Cocteau. En cualquier caso, no hay duda de que Ripstein es un auteur original.
Ronald Schwarz en Latin American Films, 1932-1994; McFarland, North Carolina, 1997.